Fever Pitch

October 5, 2009

Nunca terminé la novela de Nick Hornby del mismo nombre. No conozco a fondo la historia del futbol inglés y mucho menos la del Arsenal (que por alguna razón me simpatizan). En la novela, el autor hace una especie de relato autobiográfico, con la vida de su personaje principal narrada a través de las estadísticas, triunfos y derrotas del equipo clasemediero de Londres. Termina siendo más estadística y menos novela. Claro, tenía que ser Nick Hornby.

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Por supuesto que tampoco he visto su adaptación al cine, en donde el Arsenal es reemplazado por los Medias Rojas de Boston. (Por asuntos mercadológicos, claro. Nadie da un carajo por el soccer en el gabacho.)

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Pero este post no se trata de Nick Hornby, más bien tomé prestado el título de la novela que nunca terminé para intentar descifrar mi repentino amor al fubol. (Sí, el locutor villamelón. Arribista. Sí, ese opinionado que cree que sabe de todo.) Pues así es, queridos lectores. He retomado poco a poco una afición a uno de los cánceres sociales más importantes de México. Los últimos dos partidos de los Pumas en CU, los viví desde la tribuna. También los pasados de la Selección Nacional. (Claro, tenía que ser neopuma.)

No sé a qué se deba mi descuido por el futbol. Cuando era niño lloraba viendo la televisión, vi tantas veces perder a mis adorados felinos en las épocas de Patiño y Schuster que terminé por ocupar mi fanatismo en otras cosas. Y comencé a escuchar música. Luego vinieron las épocas de “moda”, Molotov cantando canciones, Vergara, los campeonatos, Marioni. La verdad es que me importaba poco. Veo los logos de los Pumas en sus distintas y horribles versiones (Manejamos lo que es el “Che Guevera”, el “Darth Veider”, el “HomeroSimpson”) y me da pa’ abajo. Peor aun, basta con abrir un poco los ojos para darse cuenta de la relevancia casi dictatorial que tiene el futbol en un país como éste y lo detesto aun más. El dios. Ese que todo lo puede hacer. El que más refrescos, tarjetas de crédito, ropa deportiva, televisores, comida chatarra y un sinfin de etcéteras vende. Por eso México ama al futbol.

Y después del bicampeonato, mi equipo está en una de sus peores temporadas. Hoy en día no venden pero ni tres chicles en los altos mientras hacen dominadas. Justo ahora, es buen momento de regresar al estadio. De ser un verdadero fan. De llorar y cantar los goles como nadie. De volver a aprenderse la alineación con todo y cambios. Porque nada cambia el sentimiento de que tu equipo meta un gol en su peor momento. Creo que en eso termina Fever Pitch, pero la verdad es que  ya ni me interesa, nunca le fui al Arsenal… y mucho menos a las Medias Rojas de Boston.

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Mr. Nicholson

May 25, 2009

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Why so serious?


DIY Wall·E

May 22, 2009

Algún ocioso en Rusia tardó 18 días (al parecer sin dormir, ni comer) en hacer una réplica exacta del mejor personaje que la Walt Disney Company ha hecho en mucho, mucho tiempo.

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El fin último del arduo trabajo es la afición geek de los case mods, en donde el reto es hacer un nuevo chasis funcional para consolas de videojuegos y computadoras de escritorio.

Y el resto de los pasos, a la Cositas, los pueden encontrar aquí. (Son más de 100 fotos.)

[via @puki y AcidCow]


¿Qué pedo con los de Metallica?

September 3, 2008

Y no podía comenzar un blog sin un post sobre Metallica ¿no?

Los fans de Metallica somos juzgados, odiados y vapuleados… y con toda la razón del mundo.

(mírenlos nomás)

Somos los fans más odiosos de una de las bandas más detestables del mundo. (Después de U2, y algunas otras de cuyo nombre no quiero acordarme.) Ni modo, esa banda cuyos sinónimos todos tienen que ver con masturbación adolescente y caras granulosas y encabronadas significa mucho para sus verdaderos fans.
Y no es broma… una suscripción a su “club de fans” va de los 45 a los 60 dólares anuales. Claro, los consienten con material exclusivo, primicias y hasta la oportunidad de conocer a los semidioses humanoides detrás de la franquicia. Pero seamos francos, ese material exclusivo ya no es la última coca del desierto

Para el lanzamiento del Death Magnetic hicieron una suerte de videodiario en donde los verdaderos fans (o los que pagaban) podían ir siguiendo paso a paso la grabación del disco, que por cierto hicieron con el pentapichichi del disco: Rick Rubin. Pero ese contenido (y por más que se encabrone el pedante de Lars Ulrich) lo subían inmediatamente a youtube sus robinhoodescos seguidores. Y luego lo bajaban por eso del copyright infringement, y luego lo volvían a subir… y luego lo bajaban los abogados ad infinitum.

Ahora ya tienen el disco listo, y hasta video tienen. Han subido 3 rolas a la red, dos de ellas exclusivas para su club de fans. Y ese sí que es buen mercadeo. Todos hablan de las nuevas rolas de Metallica como si fuera el gran suceso. (La verdad es que sí significa algo para algunos de nosotros.)
Pero viene el dilema de robar o no robar música. Y algunos hemos decidido NO PAGARLES más a esos bastardos (con comprar el disco basta), las puede obtener fácilmente vía otros medios que son gratis…

¡Qué pedo con los de Metallica y sus mercadólogos! ¿Será que son tan ingenuos?

No lo creo.

¿O será que soy un muy mal fan?

Nos leemos al rato.