Ese era el lema de la pizza de doble queso (sí, la más sin chiste e insípida, pero deliciosa) que popularizó Kevin, Keeeviiiiiiin. Hoy en día, las Little Caesar’s son sinónimo de barato y chaqueto, con promociones de 3×1 los martes y total informalidad bajaron del Olimpo de la masa, la salsa y los ingredientes al más puro infierno de la comida engordante.
Pero cuando se trata de pizza siempre hay opciones increíbles, más allá de la que todos conocemos y con la que todos nos hemos enfermado y que por alguna extraña razón seguimos pidiendo. Como amante confesado de la comida chatarra, puedo afirmar que las pizzas son probablemente las reinas del género. No sólamente son baratas, sino que tienes que mover un dedo (literal, para marcar el teléfono) para que lleguen a tí. En ese caso, Papa Johns o Pizza Hut son las opciones que un servidor prefiere.
Un compa decía: “si la montaña no va a Mahoma, que la montaña vaya y chingue a su madre” (el paradero de este compa está borroso, no le hagan mucho caso), es mucho mejor salir a buscar la mejor pizza de la ciudad. En algún momento fueron las Amore de la Condesa, pero como que ya echaron mucho la hueva y sabe a cartón. No confundir con las Sole Pizza e Amore, de Coyoacán (en Carrillo Puerto casi MA de Quevedo, para ser más precisos) que son un verdadero deleite, aunque el italiano que atiende siempre tarda mucho. Otra, que funciona muy bien, y no en el sentido mamerto de pizza delgadita y gurmé, es la del Costco. Vaya delicia, por rebanada o por pizza completa. En cuestión de restaurantes, Mama’s Pizza. Heavy duty, recomiendo la gigante con doble queso. Y cuando me refiero a doble queso, es porque realmente es DOBLE.
Y en esta búsqueda de LA pizza en el DF, los convoco a ustedes a decirme cuál es la mejor. Mis kilos de más no lo agradecerán, pero prometo hacer algo similar a esto, en el momento adecuado y lugar correcto.
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